Autoevaluación y coevaluación
La metacognición o la capacidad de pensar sobre cómo pensamos es un aspecto vital en el aprendizaje. Un/a alumno/a que es capaz de analizar su proceso de aprendizaje tiene mucho ganado, ya que sus horas de estudio serán mucho más eficientes, sabrá que técnicas de estudio utilizar, en qué invertir más o menos tiempo y en definitiva aprovechará mucho mejor su tiempo, asimilando los aprendizajes de forma más significativa.
Pero si esto fuese así de fácil todos/as lo haríamos, ¿no? El problema es que durante la edad escolar no siempre tenemos estas estrategias, de ahí la necesidad de que los/as docentes guiemos a nuestro alumnado. Son muchas las estrategias de metacognición que podemos aplicar en el aula o en cualquier contexto de aprendizaje (clases de repaso, estudio en casa…), pero hoy me quiero centrar en la evaluación.
La evaluación es mucho más que una nota, una evaluación formativa, bien hecha y bien planificada, es la mejor herramienta para el aprendizaje. Una de las primeras cosas a tener en cuenta si queremos seguir este camino es hacer a los/as alumnos/as conscientes del proceso de evaluación. Dicho de otra manera, debemos hablarles de los criterios de evaluación, los estándares o cualquier indicador que vayamos a utilizar, antes de comenzar. Una buena idea es hacerlo al principio de cada unidad o proyecto.
Evidentemente, de esta manera el alumnado sabe cuáles son nuestras expectativas hacia ellos/as, pero esta no es la única ventaja. Hacerles conocedores y partícipes de la evaluación nos permite utilizar algunos de los instrumentos de evaluación más potentes que existen: la autoevaluación y la coevaluación o evaluación entre pares.
La autoevaluación está quizás más extendida y hay bastantes instrumentos, como las rúbricas, las dianas de evaluación, las checklists, en ocasiones incluso a rellenar con iconos o emojis, los DAFOs… Pero la coevaluación es algo menos común. Al menos eso he percibido en mi experiencia, que alguien me corrija si me equivoco. Por eso hoy vengo a hablaros de un par de estrategias que me han resultado muy útiles.
La primera de ellas la “sufrí” como alumna de ingeniería en Escocia, unos años antes de imaginarme que terminaría dedicándome a la docencia. Imaginaos si me marcó que la recordé años después cuando empecé a hacer proyectos en grupo… Consiste en repartir puntos, así de simple. Como profes muchas veces hemos vivido que, cuando ponemos a los/as alumnos/as a trabajar en equipo, si les pedimos que se pongan nota entre ellos, los “amiguismos” hacen que estas notas no sean del todo justas o realistas, sobre todo cuando la coevaluación es un hecho puntual y no un modo consistente de actuar. Para evitar o minimizar esto, la estrategia que utilizaban en Edimburgo en los proyectos de la Universidad era, tal y como he dicho, repartir puntos. Si el grupo es de 4 personas, cada integrante, a la hora de evaluar debe repartir 32 puntos (4 miembros x 8 puntos/miembro), ni uno más, ni uno menos. De esta manera ni pondrán un 10 a todos, ni pondrán un 0 a Fulanito que les car mal, ni todas esas “trampillas” que vemos a menudo.
La segunda estrategia la he ido desarrollando y perfeccionando desde que me inicié con el aprendizaje cooperativo. Es un sistema arriesgado que funciona bien en grupos cohesionados que están acostumbrados a trabajar de forma cooperativa. Resumiendo, consiste en que, tras trabajar un contenido mediante cooperativo, hacemos una prueba de evaluación. Una parte de la calificación de cada alumno/a viene de sus propios resultados en dicha prueba (por ejemplo 8 puntos), mientras que el resto (en este caso 2 puntos) se obtienen en función de los resultados del resto de su grupo. De este modo, garantizamos que todo/a alumno/a se va a preocupar de que todos/as los miembros de grupo aprendan y de motivarles a trabajar y participar.
Espero que estos dos instrumentos de evaluación, con sus posibles variaciones y adaptaciones a cada grupo, os sean de utilidad.
Si queréis saber más sobre este tema y muchas otras cosas podéis encontrarme en Instagram como @nosolotecno