Adopción y escuela
La escuela se configura como un contexto fundamental en la cobertura de las necesidades infantiles, no sólo en lo que respecta a las de tipo educativo, sino también las sociales, las afectivas y las emocionales, entre otras.
Dentro de la realidad actual de las escuelas nos encontramos con la diversidad en múltiples vertientes: familiar, cultural, socioeconómica, funcional… En torno a cada una de ellas, se articulan mecanismos a través de los cuales ofrecer una respuesta a las necesidades del alumnado. De este modo, se dispone de instrumentos estructurados para trabajar, por ejemplo, las dificultades cognitivas, los problemas de integración o la resolución de conflictos.
Pero, ¿qué ocurre en el caso de los menores adoptados? En muchas ocasiones, se considera que estos niños deben adaptarse al sistema escolar de manera rápida y efectiva y que el amor que reciben de sus padres es suficiente para que los niños se sientan estables y motivados para el aprendizaje. En muchas ocasiones a lo largo de mi trayectoria profesional he encontrado respuestas poco sensibles ante ellos. En otras, he encontrado actitudes empáticas pero escasez de información o de herramientas de intervención. ¿Es que acaso presentan estos niños unas necesidades especiales? ¿No es ya suficiente con los recursos de los que se dispone en las aulas? Mi respuesta a ambas cuestiones es rotunda. Sí. No.
Los niños adoptados presentan necesidades especiales. En ocasiones, estas necesidades pueden centrarse, por ejemplo, en el área cognitiva (retraso en el desarrollo cognitivo), o en la lingüística (diferente idioma de origen). Pueden existir alumnos adoptados con algún trastorno del desarrollo o de cualquier otro tipo. Pero pueden existir otros sin problemas a nivel de desarrollo físico y cognitivo. Y ahí es donde cobra importancia la sensibilización y la información sobre las prácticas adecuadas ante las necesidades específicas que pueden presentar los niños y las niñas adoptados para facilitar su integración en el sistema escolar, mejorando así su intervención en el marco de la atención a la diversidad.
Hay niños y niñas adoptados que simplemente (léase esta palabra en tono irónico) presentan necesidades emocionales. Estas necesidades pueden hacerse evidentes en el momento de la incorporación al centro escolar (normalmente abrupta y sin una buena base vincular previa), cuando se relacionan con los iguales (partiendo quizás de modelos de interacción inadecuados), en cuanto a la corrección de su comportamiento, su autoestima, los vínculos afectivos que establece en el centro, la seguridad, la predecibilidad y en muchas otras ocasiones. De ahí la necesidad de sensibilizar y concienciar a la comunidad educativa sobre la conveniencia de activar estrategias dirigidas a cubrir las necesidades específicas que puedan presentar estos menores.
Los niños adoptados tienen las mismas necesidades que cualquier otro niño, más las derivadas de su situación de abandono. Y es a estas últimas a las que hay que darle respuesta de manera especial.
Con buena voluntad, no basta. Es cuestión de actitud y de información. Es cuestión de disponer de mecanismos de atención. Es cuestión de todos en pro del beneficio de todos pero, especialmente, de los niños y niñas adoptados, niños heridos en su interior (y, a veces, también en su exterior) respecto a los cuales tenemos la gran responsabilidad de actuar como agentes reparadores tanto desde el contexto familiar como del profesional, con especial atención al ámbito escolar.